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Quien no recuerda, por ejemplo, a don Sergio Gamio Velásquez, cuidando que nadie ingrese sin pagar su boleto al Coloso de Miraflores, como se llamaba - allá por los 60- al Miguel Grau, o al viejo, con todo respeto, Chumbiray, vistiendo su clásico terno gris a rayas, látigo de tres lenguas en mano, corriendo a los que intentaban ver los partidos gratis, escalando las bajas paredes que circundaban el estadio.
Don Sergio, vio la luz del día en Arequipa. Administró el Club Grau y fue presidente del único cuatricampeón que ha tenido el fútbol piurano: Estrella Roja. Se casó en Piura con Matilde Seminario Rosas, de cuya unión nacieron Socorro Eugenia y Carmen Elena Gamio Seminario, profesora.
Más fresco está el recuerdo de José Serafín "Alicate" Aldana Aguilar, levantando sus banderitas de colores, en el asta que se ubicaba en el centro del tribuna oficial del estadio, cada vez que un jugador anotaba en el arco rival.
Muchos otros, seguramente, han gozado de las ocurrencias del gran "Chiguiso", que vistiendo terno, corbata de colores encendidos y zapatos chaplinescos -cual payaso de la calle-, apostaba "camionadas de ca..." y cantaba, botella en mano, "Oye, oye... ayer te vi la cara sucia, hoy te la veo limpiecita...".
Y, también, los más habrán visto como los aficionados perdían sus soles, aquellos que valían por el 60, cuando el "Pato" Becerra, un músico asimilado al Ejército que servía en el Cuartel Grau, apostaba cientos de libras (billetes de 10 soles) a su equipo favorito.
Hoy, aquellos personajes ya no están con nosotros. "Partieron" hace buen tiempo, dejando un gran vacío entre los aficionados que los recuerdan siempre con nostalgia. Pero, para consuelo de muchos, queda "El incorruptible", como le gusta llamarse -¡y que lo llamen!- César Carmen Noblecilla, querido por unos, pero duramente criticado por otros.
César Carmen |
El incorruptible sigue gastando la suela de sus zapatos y encorvando su espalda hasta quien sabe cuándo. Dice que en la liga trabaja hace 45 años, que no tiene vacaciones y siempre cuenta que en un viaje que hizo a Lima, un amigo le pregunto "qué hacía en Piura".
César sacando pecho y envolviendo a su interlocutor con el humo del "Inca" que fumaba, contestó, con el habla cantarina de los piuranos, poniendo enfásis en cada una de sus palabras:
-¡Soy el gerente de la Liga Distrital de Fútbol de Piura!
El ocasional amigo, al escuchar su sonora respuesta, le dice solemnemente:
-Ojalá cuando muera lo entierren en un ataúd en forma de pelota.
El buen Carmen, al oír la "feliz" idea del limeño, no cabía en su pellejo negro, aunque dice que nació blanco en su querida Talara y que el sol de Piura lo ha quemado e intrigado por tamaño deseo inquirió:
-Y ¿por qué en forma de pelota?
-¡Para que lo lleven a patadas al cementerio...!
Los de la mesa que acompañaban a César Carmen, soltaron gruesas carcajadas, pero El incorruptible se quedo mudo. No supo que responder, pese a que, según se ufana, fue un alumno "bien sabido" en la GUE Ignacio Merino, gran unidad donde la enseñaron "la tabla", pero nunca aprendió que el producto de 7 x 12 es igual a 84.